Los niños y el Obispo IV
Buen Humor
A una parroquia de San Francisco de Macorís, fui invitado para celebrar las Fiestas Patronales. Al final, según mi costumbre, saludaba a la gente. Un niño, (tendría cinco años, pienso yo), se me acerca, toma mi cruz pectoral entre sus manos y me dice:
- Obispo, que “blin-blin” tan bonito tienes. Me gusta mucho. ¿Dónde yo podría encontrar uno como ese?
Otro niño; que estaba a su lado, dice después de él:
- Consígueme también otro para mí.